Acogedora e impresionante villa con mucho arte en Ronda

La propiedad fue diseñada y construida por un reconocido arquitecto de origen iraní, Kourosh Mohsenipour, para una pareja de coleccionistas de arte. Y es precisamente arte lo que se respira en cada rincón de esta hermosa villa.

A través de una cancela accedemos a un camino privado que nos lleva hasta un gran portón realizado por un artista herrero que da paso a la villa. La propiedad está distribuida en dos niveles. Al cruzar la puerta principal entramos en un cálido hall cuya baranda nos sitúa en un balcón con vistas únicas al Parque Natural de Grazalema enmarcado por una cristalera a 7 metros de altura. En este nivel hay dos suites y una habitación con su baño integrado.

En la bajada, guiados por la baranda se llega a la planta principal hacia un salón de doble altura dominado por un gran fresco pintado, encargado para este espacio al artista portugués Pedro Calapez. El fresco define la parte alta y baja de esta entrada que distribuye la casa. La lámpara de araña de un diseñador francés tampoco pasa inadvertida en el escenario que descubrimos al entrar. Este salón es el corazón de la casa que invita a sentirse cómodo mientras el grandioso paisaje y el cielo se descubren como una pantalla gigante. La chimenea y su pulmón de 7 metros acentúan el reto arquitectónico que destaca en la construcción de esta obra.

Desde el salón accedemos a la cocina totalmente equipada con zona de comedor también iluminada por otra pieza única de araña. Al otro lado del salón hay una biblioteca con tres ventanas al paisaje. En esta planta también encontramos una suite de invitados, un aseo y una inesperada y bella zona de SPA.
Junto con las otras piezas hechas para esta casa, los azulejos de dos de los cinco baños fueron diseñados en sintonía con el paisaje de cada una de las habitaciones. Los frescos están también firmados por artistas ceramistas.

En el exterior seguimos respirando vida y arte. Una cascada de agua en un patio lateral nos despierta los sentidos. Un comedor de verano con una gran pérgola cuyos pilares metálicos hacen juegos de luz y de sombras (obra de un artesano herrero) nos invita a disfrutar del exterior en las largas tardes de verano rondeñas. En el suelo de la inmensa terraza un fresco de azulejos que representa los cuatro puntos cardinales nos guía a contemplar las inmaculadas vistas al Parque Natural que sellan el carácter tan único de esta villa.

Desde la cascada sube una escalera hacia una piscina “carril de nado” entre cielo y montaña. En los altos del jardín se descubre una insólita yurta / carpa de Mongolia acondicionada como sala de lectura.

Todas las ventanas de la casa tienen unas contraventanas metálicas aislantes que sellan la casa de manera estanque haciendo que la vivienda sea un recinto seguro para sus habitantes.

Los jardines se riegan en verano con aguas procedentes de la lluvia recogida del techo y que se almacenan en unos depósitos situados en una parte reservada del terreno.

Esta propiedad es una fascinante villa en el campo: la magia de su arquitectura se nota desde la entrada donde el confort y el lujo discreto permiten sentirse cobijados frente a un paisaje de “escenario cinematográfico “que estuvo desde siempre y que igual seguirá. Su situación totalmente privilegiada entre el Parque Natural inconstruible y la cercanía inmediata al mismo casco histórico de Ronda la define como una casa realmente fuera de lo habitual entre sofisticación, confort y amor a la naturaleza.

Un lugar para pasar largas temporadas, desconectar y disfrutar de un paisaje deslumbrante.